un sitio de reunión para todos aquellos que escriban o que pretendan hacerlo. sobre todo aquellos que escribimos en las sombras e, incluso, en una zona de cierta penumbra.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Feliz Navidad

sábado, 24 de octubre de 2009

Para los que narran

Los que narramos debemos entender, eso creo, que una situación extrema, incluso graciosa, nunca transmite tanto como los momentos que casi todos vivimos, cada uno a su manera y según su gusto o disgusto, por ejemplo, sufrir de diarrea y hacer las necesidades en un baño portátil, en día de fiesta popular y con borrachos que tocan muy fuerte la puerta e incluso pueden llegar a voltear el baño, nunca puede compararse con la primera vez que a uno lo dejan sólo en un hospital o cuando se conoce el sexo, por lo común en poco favorecido lugar. Es decir, no se exagere, no se rompa la rutina rompiendo también el relato o las pelotas de quien lea.

lunes, 19 de octubre de 2009

Qué Androides ni Ovejas Eléctricas.
















La suma de los días que han pasado hasta hoy desde… desde cualquier tiempo, da un número, irrelevante en sí mismo. Pongamos que hace mucho yo era joven y tenía una amiga que quería tanto como para desear que fuese mi novia. Ella no lo quiso y no hubo tragedia en eso, son las cosas de la vida y no lo digo por adoptar la posición del sabio de la resignación o sabio de cualquier otra especie. Pasa el tiempo y las cosas del querer van dejando de ser unas para llegar a ser otras. Es decir, no se piense en desgracia al pensar en el amor no correspondido, eso sólo es así en dos supuestos (se me ocurre): cuando se ven las cosas a muy corto plazo o cuando se posee una disciplina y persistencia con nivel de virtud teologal.

Pero ocurre que la gente se va del país y quién sabe cuántas cosas vive por ahí y una noche, una noche de propios problemas y de soledad, de café y cosas oídas a otros, la gente lo llama a uno. Es lindo recibir llamadas de muy lejos, siempre causa asombro, como el de antaño o el de siempre al contemplar el fuego o el mar. Pero pasado el primer asombro queda la realidad, queda el peso del dolor ajeno que es propio aún así, tan lejos, queda el no poder hacer nada por la gente que uno bien quiere. Las máquinas que hemos inventado (¿Cuándo inventates vos, Chaco, un avión, le decía mi abuela a mi abuelo) son neutras y somos nosotros los que las llenamos de sentido, de amor, de tristeza. Un día nos habremos ido de por estos lados y lo que quede, unas palabras escritas, por ejemplo, no podrán mostrar todo lo visto, todo lo vivido, todo lo que se quiso. El final de Blade Runner no es tan SciFi como se piensa. Amigo, comenta algo.

domingo, 27 de septiembre de 2009

DOMINGO, NO LLUEVAS


Una mañana de domingo con lluvia invita a escribir frases poéticas. Sin embargo, hay que declinar esa invitación, tal como se hace con la similar a reírnos con chistes ya sabidos y reídos en demasía por, al menos, tres generaciones. Es decir, de ser poético en mañana de domingo con lluvia hay poco trecho a comparar la luna con un queso, decir que el silencio dice más que mil palabras o deteriorar una narración sobre una vedette de escasa estatura introduciendo en aquella la referencia a una gallina de los huevos de oro.
Tal vez fueren cosas que pide el cuerpo, en tal caso no faltará quien opine que hay cierta cognición corporal, una “corporación” que no puede ni debe ser negada, que hacerlo es signo de enorme negación de la propia naturaleza, donde sea que esta se asiente y crezca. Pudiera ser cierto, no digo lo contrario de manera absoluta, pero tampoco es falso que el resultado es molesto, que reírse del mismo chiste pasa dos o tres veces, si la muchacha es hermosa o el anciano buena gente, pero con el tiempo fatiga, aturde, ahuyenta.
De otra cosa habrá que hablar en domingo llovioso. Por ejemplo, del final de las religiones. O del final de la religión católica. Parece llegar a su fin en Venezuela, si bien este no fue un pueblo demasiado creyente. Ella cede el paso a nuevas espiritualidades, a nuevos dogmatismo. El de la política, vaya, mejor pasarlo de largo, porque, con mucho, es el más peligroso, aunque no ha rendido sus frutos plenamente. El del ateísmo o agnosticismo (que dicen que no es lo mismo, pero se parece mucho), es interesante. A sus ojos, según su decir, quienes tenemos ideas religiosas, así sean tan vagas y confusas como las mías, somos seres humanos en cuanto caminamos y repetimos, no más allá. Ojo, que con esto no quiero ofender a personas que practican esa ardua fé de no creer en ultramundos, que personas así conozco y aprecio y sé que son buenas y valiosas.
Pero allá, no tan al fondo, están los fanáticos. Y si a ese ateísmo sumas otras certezas como el marxismo o la revolución, la cosa toma ribetes medio tensos. Nunca tuve pruebas de mi dios, de mis dioses, de mi meditación o nirvana. Es cierto, no tengo mayor cosa para agregar. Pero, creo que su materialismo histórico tampoco parió nunca al nuevo hombre, ni eliminó las diferencias de clases, ni trajo la paz ni nada extraordinario que el capitalismo no hubiere producido. Entonces creer es tan fácil o tan difícil en los dos casos. Necedad de por medio, nos veremos por ahí, en el mundo. O en el ultramundo.

martes, 15 de septiembre de 2009

Esa gente, puaj


Las cosas avanzan y uno no. Eso sucede a veces, no tantas, pero suficientes para... ¿Quién le ha tomado el ritmo a los tiempos? ¿Quién tiene datos certeros sobre el avance de las sociedades? Sé de gente que plasma estos datos en gráficos. No se piense que en tortas o barras. Una línea recta basta. En ella ponen la sociedad (representada por una corona) y mucho más atrás está uno, cada vez más rezagado a la par que más viejo. Se dice que hubo personas que iban a la vanguardia, pero eso solo se supo una vez que estuvieron muertos. De todas formas, no era relevante el asunto mientras estaban vivos, incluso, pudo haber sido desagradable para todos los interesados, que son bastantes si uno toma los criterios amplios que recomienda la democracia. Esa gente, los que van adelante en los gráficos, no suelen ser buena compañía, que deviene en simplemente desagradable si se les entera pronto de su condición.

sábado, 29 de agosto de 2009

Porno (resubido)


Porno (una forma de colocar un título a un post es decir de qué no trata)

No es que la escritura de este blog me haya deparado aventuras sin par. No pienso aseverar tal cosa pues estaría mintiendo. La vida del que escribe un blog, al menos si se trata de un blog que lee muy poca gente, sigue siendo la misma. Aún debo trabajar, no me señalan por la calle y, lástima, aún recibo un mayor y desconsiderado porcentaje de reenviados en mi correo.
Sin embargo, tampoco es empresa del todo aburrida la de llevar adelante El Fuego Sordo: En mis búsquedas por la web encontré un comic (mejor dicho, un manga), para descargar y leer en la pc, el cual juzgué bueno. Se llama César & Friends. Por ser tan divertido, le achaqué a su lectura, junto a otras causas, la responsabilidad de que mi blog no fuera como Orsai, de Hernán Casciari (blog que me gustaba mucho antes y que aún me gusta, pero respecto del cual debo afirmar que todo tiene un declive: ahora prefiero Espoiler, del mismo autor).
Una pequeña sorpresa fue recibir un comentario del autor en este post, invitándome a continuar la lectura, luego de demostrar sus sorpresa por mi referencia. Y de seguro por el hecho de que un hombre de 33 años, para la fecha, que hoy poseo dos más y no por gusto, lea manga.
Esta mínima perplejidad me abrió el paso para otras más. Si bien, hubo tiempo de reflexión entre ellas, permitido por la poca gente que transita por estas páginas y, sobre todo, por su timidez decisiva a la hora de afrontar el dilema ¿Comento o no?
De igual manera recibí mensaje, vía correo, de otro autor, ahora el mexicano Eduardo Olivares para dar acuse de recibo de la publicación en este medio del relato, excelente, El Feto Genio, ejemplo de maravillosa literatura que nos estaría vedado leer de no ser por la existencia de Internet. Eduardo me refirió su alejamiento de los caminos de la ficción, cosa que lamento y me ofreció su libro con citas sobre política, el cual se me hace difícil de adquirir por las severas y engorrosas limitaciones que se imponen acá en Venezuela para acceder a un cupo en dólares medianamente decente.
Obviando algún incidente he de decir que la referencia a un vídeo, alojado en la plataforma Youtube, sobre la vida de el escritor maldito Barón Biza, atrajo a este espacio a un grupo de seguidores suyos que prometen colocar en esta dirección http://www.baronbiza.blogspot.com/ la obra íntegra de tal autor. No deja de ser interesante tal ofrecimiento.
Surge de repente una pregunta para mí ¿Es que esto es ser blogger? y otra, hermosa y dura ¿Seré yo, maestro?

La locura del rey Jorge



Un video editado se difunde por Internet: en él se muestra la presunta demencia senil que aqueja a Fidel Castro. Sin ser demasiados parciales debe reconocerse que el hombre no es el mismo, que una enfermedad, la que sea, oculta a los grandes medios (e incluso a los pequeños y virtuales) ha disminuido sus facultades mentales. Nunca le tuve por genio, como tampoco a ningún otro político. Siempre he esgrimido la tesis de que quienes nos gobiernan, desde la época y el lugar que se juzgue conveniente usar como referencia o punto de partida, son personas normales, tal vez demasiado pagadas de sí mismas, tal vez un poco locas, creyentes de su propia leyenda. Pero es evidente el deterioro del discurso. Digamos la verdad; Fidel parece, en ese video, un abuelito bueno y senil de los que huelen a orina seca. Mi idea no es mofarme del hombre. El tipo tiene cuentas pendientes. Como todo gobernante, debió pasar por encima de muchos, ejecutar grandes injusticias para llegar y, sobre todo, para mantenerse en donde tantos años estuvo. A ratos, ratos perdidos acaso, hizo algunas cosas bien y ayudó a otros. Pero como dijo Julio Cortázar, allá en el fondo está la muerte. Es nuestra naturaleza, debe ser asumida su inminencia para calmar un poco el ánimo y ahuyentar el temor paralizante que la conciencia de la propia finitud podría causarnos si no la entendemos como algo natural. Los que han abandonado la creencia en ultramundos o en trascendencias, saben o debieran saber el riesgo y la valentía que requiere su postura. Ante esto es inevitable construir ídolos, titanes que afrontan los avatares de la existencia, las fuerzas de la naturaleza e, incluso, la perversidad humana encarnada en sistema político y económico. A tales fines se han levantado o se levantarán altares ateos para Marx, Lenin, Mao o Fidel. Es forma de asumir la vida y por esto no es objeto de crítica mientras en nada moleste o dañe a los demás, a los que no comparten la creencia o no la comparten con la misma intensidad o sinceridad. O mientras no dañe a cualquiera. Alargo demasiado mi reflexión, la idea es: es tragedia la muerte y es tragedia la muerte de los mitos, aún antes de la muerte física de quienes los encarnan. No puedo condolerme por un señor que juzgo pernicioso, tampoco alegrarme: vida y muerte son naturales como la lluvia, la noche o el sonido. Me duele, eso sí, la desolación de quienes han construido su vida en torno a esa figura, viendo en ella una especie de superhombre que no tendría final. Los que creen en ultramundos tal vez sean infelices en el fondo. Pero los creyentes de las religiones de izquierda tienen despertares más incómodos y no siempre tan tardíos, tan tranquilos, tan serenos.

miércoles, 26 de agosto de 2009

viernes, 31 de julio de 2009

Un poco (demasiado) sobre el relato breve RESUBIDO

El relato breve tiene sus teóricos; serán dejados de lado en esta entrada, bien porque su estudio pueda considerarse extenso, contradictorio o árido o bien porque el autor del blog los desconozca o prefiera desconocerlos. Breves puntualizaciones se hacen necesarias. A cada cosa según su naturaleza o forma de ser.

No creo excesivo o presuroso afirmar que existe mayor número de obras maestras dentro del cuento breve, incluso brevísimo, que en el campo de la novela. Tal vez sea porque se dure menos en la ejecución de aquel en comparación con ésta (esta tesis se puede comprobar con un sencillo experimento casero).

Un cierto ánimo de competencia determina que en algunas épocas se haya intentado (y en otras logrado) escribir cuentos cada cual más breve que el anterior. Magnificos ejemplos hay:


For sale: baby shoes, never worn. (Se vende: zapatos de bebé, sin usar) Ernest Hemingway


El dinosaurio.

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. Augusto Monterroso


La tradición zen, con sus koans y sus relatos ha contribuido a enriquecer este género que de esta manera se emparenta, o así lo creo, con el haiku en lo de producir un destello en el ojo o on estremecimiento del espíritu a los que sigue la nada.

El cuento brevísimo no sólo puede abordarse con ánimo lírico. Muchas veces el mismo se nutre de una idea ingeniosa, de esas que en la oralidad se encarnan en el buen chiste o adivinanza que de tanto repetirse pierde la gracia, sin que por ello deje de oirse una y otra vez, incluso en la misma fiesta, velorio o de tarde de calor en la oficina. La ambigüedad o ambivalencia es un buen producto final.

Gracias a la Internet se puede acceder a una gran cantidad de trabajos breves de narradores que de otro modo no conoceríamos, a causa del extraño e injusto (y otros calificativos más fuertes que no tengo deseo de escribir) filtro de las empresas editoras. El mexicano Eduardo Olivares nos da un maravilloso ejemplo ello, tomado de la página http://www.ficticia.com/:



EL FETO GENIO
Eduardo Olivares
El feto genio despertó temprano. Ya pronto serían los nueve meses cumplidos desde aquel infausto día en que una simple célula había derivado en la masa de miembros pequeños y demandantes y de sensaciones confusas en que se había convertido. Meditó sus opciones mientras nadaba en las pegajosas aguas de su hábitat. Escuchó a sus padres hablar de hospitales y de sexo y de cuentas por pagar. Escuchó a su madre cantarle y también la escuchó jadear atrapada entre las viscosidades intensas de la masturbación. Escuchó los noticieros televisivos y, a través de las desenfrenadas voces de los conductores, percibió el dolor vivo e infinito de un planeta al borde del suicidio.
Entonces, en un impulso de inextricable sabiduría prenatal, decidió no nacer.
-Ni que estuviera pendejo -, razonó, mientras sus ojillos llenos de orina alimenticia y de mucosa asfixiante, se cerraban plácidamente para siempre.


A modo de ejercicio pretendo demostrar cómo se puede construir, aún torpemente, un relato con base en cualquier idea sencilla:


La adolescencia es tiempo de gran padecimiento, si se sigue la etimología e incluso carencia. En ese tiempo Carlos caminaba, si no pegado a las paredes, sí ensuciando con cal o pintura barata pantalones y camisa y sufriendo alguna rasgadura o raspadura en ropa o piel. Desde esa posición podía contemplar muy bien a las muchachas más hermosas a sus ojos, esas que poblaban sus ensoñaciones eróticas. Un día un golpe le desvió de la contemplación. Un hombre de unos cincuenta años, calvo y rosado lo empujaba, una mano contra el pecho y el puño semiabierto semicerrado bajo la oreja, con fuerza. "No me vas a robar, vete a la mierda". El hombre entró a su oficina. Carlos se dejó crecer el pelo, se inscribió en el partido comunista y usó en lo adelante una argolla en la oreja izquierda, demasiado grande tal vez. Colocó pancartas y escribió pintadas de madrugada, militó lo más que pudo y a los años compró carro. Su partido llegó al poder, pero siguió de largo. Sin darse cuenta, esperó y al fin vio en la prensa la noticia del deceso del hombre calvo que en los últimos años ya palidecía. No se sintió contento, tampoco tranquilo, pero estuvo bien. Al mirarse al espejo vio cómo la argolla, con su peso, había estirado visiblemente su pabellón auditivo.

UNA OBSERVACIÓN


Hace un tiempo vi una película que me pareció notable por su calidad y por su poca popularidad, aún en círculos adictos al cine. La adquirí y compartí con amigos. Palabras de elogio y agradecimiento recibí, con una excepción final, es decir, a partir del momento en que tuve una opinión contraria dejé de hacer circular el largometraje ¿Por qué? ¿Me ofendió la crítica a una obra del pensamiento o de la sensibilidad humana que no había producido yo? Interesante situación.
En algún lado se ha dicho que así como es necesario alguna medida de talento para escribir con provecho, también se requiere una dosis del mismo para leer y que algo quede. Imagino que similar baremo podría aplicar a otras expresiones del arte: música, cine, danza, escultura, cómic. Entonces, pido comprensión, tal vez sólo asumía yo mi acto de contemplar, comentar y recomendar una película que juzgué excelente como un hecho creativo y creador. Tan altas expectativas pueden devenir en bajones de ánimo significativos.

jueves, 30 de julio de 2009

DE NUEVO HAY QUE HABLAR DE CIERTAS COSAS



He tenido como orientación que este blog sea, dentro de lo que cabe, políticamente correcto, es decir, en Venezuela y a estas horas, que no se refiera a lo político en modo alguno. Para no herir sensibilidades hiperdesarrolladas. Pero las cosas tienen su límite y llega un momento en que uno debe hablar, no porque lo que se vaya a decir sea particularmente profundo o revelador. No, por el contrario, se trata de ideas evidentes que de seguro visitan a todos, con independencia de la recepción que se les tribute.
No, lo que debo decir es sencillo. Es sólo expresar que estoy cansado. Hoy día se repiten cosas, se informa, se opina. La sociedad de la información se nos muestra como la más democrática de todas, como la que permite acceder a contenidos antes vedados por las limitaciones materiales y expresar la opinión propia sin limitaciones o casi sin ellas. Todo suena muy bien y signo del avance de estos medios es la decreciente influencia de la televisión y la radio como vehículos de comunicación, normalmente unidireccional, aunque se pretenda parecer lo contrario.
Se dicen todas estas cosas, acaso con razón, pero se deja de agregar algunas. Que el poder de estos mentados medios democráticos no impide que caiga Zelaya, se mantenga la sospecha de fraude en Irán o siga incólume la falta de atención del gobierno nuestro por los estragos del delito en la sociedad. En nada cambia eso facebook, blogger o twitter. Es más, siento que esas tres plataformas son incluso responsables de mi cansancio, de mi saturación de contenidos banales (es cierto, tampoco fui impelido a iniciar sesión en ninguna de las tres plataformas, pero es que es débil mi voluntad). No quisiera citar los ejemplos (gato de jacko hereda tantos dineros; teodoro dice que el gobierno está en estertores; madres de barrio apoyan proyecto de reforma), pues la cosa tiende a la chistemalización (hoy hay palabras para todos y uno las puede inventar para ser inteligente y que los otros lo noten).
Se dice y se repite mucho por estos días, que el límite de atención del usuario de internet es reducido, unos cinco minutos a los sumo. Esto exige que sea breve gracias a dios. hemos llegado a otro punto: hoy está de moda ser ateo. Soy creyente, de manera confusa, lo confieso, pero creo en Dios como alguien superior al hombre que ha creado y crea todo esto. Pero hoy lo que da nota, lo que reviste de charol el pensamiento y el estilo de vida es no creer. No digo que todo el mundo deba hacerlo, no lo recomiendo a pesar de que la idea de la trascendencia me parece intrínseca de la condición humana. No digo que sólo se encuentre plenitud en la creencia en un ultramundo.No, plenitud la puede haber en nuestra vida hoy y ahora. Pero, como diría Cortázar, allá en el fondo está la muerte. Y no está sola, también están el miedo y la consciencia de la propia finitud (porque la finitud de los demás preocupa, llena de tristeza, pero en el fondo, permite vivir, se hace uno a la idea). Sin embargo, hoy y lo digo a gracias a la revisión de la internet y de las plataformas que tan alegremente he denigrado un poco más arriba, un fantasma recorre el mundo, el fantasma del ateismo. Admiro sus medios, sus razonamientos, pero no me gustan sus conclusiones. He decidido ser breve, condenarme a que se me note lo tarado por lo que acabo de decir, pero qué más da.
Idea final: hoy se habla del socialismo y eso fatiga. Más que decir que se habla del socialismo, debo corregirme y expresar: hoy se nombra al socialismo. Se le presenta como síntesis de todos los valores humanos. Recuerdo una frase de Star Wars: "mucha gente murió para que pudiéramos ver esto". Algo así es el cuadro que nos pintan. Al parecer Jesús, Mahoma, Gandhi y aún el perro Nevado eran socialistas al estilo Fidel (nunca al estilo Stalin). Con todo esto estaría garantizada la felicidad. No quiero decir que piense que el capitalismo no tiene parangón, que el socialismo esté de plano errado en todas sus presentaciones debido a las refutaciones que con rigor científico y altos vuelos filosóficos le he enrostrado yo o un tercero. No. No se trata de esto, sino de la repetición que tiende a simplificar, a ignorar hechos históricos que han aterrado (purgas soviéticas, revolución cultural, khemeres rojos en Camboya) y que en sí mismos deberían hacernos menos proclives a aceptar los dogmas simplones que se pretende imponer. No tengo solución en mis manos ni proyecto alguno que asegure la paz, la concordia, la prosperidad del país y el fin de la pobreza, pero creo que por el hecho de que yo no gobierne ni tenga intenciones de hacerlo, sea menos válida y oportuna mi opinión.
Estas cosas y no otras quería decir, pero la forma, el tiempo breve y la falta de atención (la mía y la de los hipotéticos lectores) hacen que se expresen así, brevemente y sin hipervínculos e intertextualidades, pero me ya me quedo más tranquilo.

lunes, 20 de julio de 2009

FALKE


Escribo esta nota desde la emoción. No tengo herramientas metodológicas que me permitan emitir un criterio científico y razonado, ajeno a la subjetividad y que demuestre, con pruebas en mano y citas APA, las bondades de la novela.
He leído Falke con deleite.
¿Qué es Falke, para los no iniciados en la historia de Venezuela?
Falke o el Falke, es o fue un barco que partió a finales de la década del veinte del pasado siglo, desde un lejano puerto europeo hacia Venezuela, en un difuso afán de invasión destinada a derrocar a un déspota taimado y astuto.
Federico Vegas aborda el tema desde la mirada de un tío que formó parte de la invasión, apenas un muchacho estudiante de medicina por entonces. Eduardo Casanova, en una correcta reseña, expresa, por haber conocido a Rafael Vegas, al tío novelado, que poco hay de él en el personaje narrador de Falke, dando a entender, no recuerdo las palabras exactas, que en nada afecta a la novela esta circunstancia.
Falke narra, pues, los avatares de una derrota, de una aventura malograda de antemano por la atmósfera que caracteriza a la narración. Pero antes que la anécdota, sencilla y fácil de resumir, importa la sabiduría que emana de la obra, expresada en ciertas máximas y determinados cuadros que nos pintan como país y que dan pistas para evaluar, para pensar, para entender nuestra realidad actual.
Es imposible olvidar a un Linares Alcántara, formado en West Point y sordo a causa de los cañonazos que debía soportar por su honor de jefe de artilleros, que detiene el ataque a las tropas del déspota para tomar café, soplándolo porque estaba caliente. O a un Doroteo Flores, antiguo combatiente y personaje memorable, quien en las horas de ocio a bordo del Falke refiere las portentosas hazañas de Ducharne y Sixto Gil, en una lucha guerrillera sin esperanzas, pero plena de honor. Hazañas que luego desmiente alegremente, en tierra y huyendo, sorprendido de que Vegas le haya creído todo ese sartal de historias que sólo contaba para entretener a los compañeros.
Es Falke una novela histórica, una Bildungsroman, un relato de aventuras, una reflexión sobre nuestra visión compartida como pueblo o la ausencia de la misma, una estampa de la vida venezolana en el exilio parisino e incluso, una serie de relatos pintorescos que tienden a refrescar la narración.
Son sólo ejemplos que en algún modo pueden dar una idea lejana de la rica experiencia que en sí misma comporta la lectura de Falke, libro, que a pesar de haber sido un éxito editorial, desde los modestos criterios patrios y latinoamericanos, considero injustamente ignorado, dentro de la ficción histórica reciente, que ha dado obras memorables como El Pasajero de Truman y La Tarea del Testigo. Otro motivo para lamentar las políticas estatales que limitan la entrega de divisas extranjeras para la importación de libros y de materiales para su edición en estas tierras.

jueves, 16 de julio de 2009

Costumbres


Hay quienes son o se tienen a sí mismos por irreverentes, intolerantes con la estupidez. Son quienes demuestran las tramas inútiles de la sociedad, los desnudadores del absurdo cotidiano, los apóstoles de la sinceridad. Hay muchos en la vida y no pocos escriben. Yo he sido uno de ellos, de cortos vuelos, eso sí.
Reformadores de costumbres, moralistas, piedras en el zapato, agitadores sociales. Toman los más dispares disfraces y trajes para hacer aquello para lo que han nacido, según la conclusión a la que llegan antes o después. No diré que no les critico, porque mis lectores, que yo sepa, sólo tienen el defecto de ser pocos, pero no son tontos. Por algún lado vengo y es una simpleza, un ejemplo:
Uno va por la calle, ve de lejos a un conocido, digamos que alguien agradable, para no desviarnos del punto por un lado emocional. El tipo es buena gente, no digamos tampoco que demasiado, para actuar con mesura. El tipo llega o nosotros llegamos hasta él y el tipo habla: "Qué tal, cómo va todo, qué tal el trabajo", no hay interés en la voz, es apenas una fórmula. Uno entonces piensa "qué ocio, qué vicio imbécil". Verdad no falta, pero creo que el asunto da para más.
Es cierto, preguntas sobre el clima, la salud, el trabajo, la familia o la vaina en general son desperdicios de aliento y palabra. Son estereotipos de conductar, convengo en eso. Ahora, la intolerancia frente a ellos, la palabra que no sale de los labios pero que insulta al otro, como que no es muy original. Es decir, quien maltrata o quien desprecia también repite, también algo recibe en el reparto universal de la estulticia, aunque goce de mejor fama.
No insisto, no abundo, para que se note demasiado lo cosido, el afán de reformar costumbres, la tontería.

jueves, 9 de julio de 2009

Sobre la lectura (tomado del blog 100volando)

No acostumbro cortar y pegar post de otros en mi blog, pues creo que todos tenemos nuestro espacios y algunos lectores que se acercan a curiosear por comunidad de intereses. Sin embargo, en un blog que sigo, 100volando, Alejandro Rozitchner, admirado filósofo, pensador, provocador y profeta del entusiasmo argentino ha colgado una entrada sobre la lectura que es una delicia estimulante, aquí les va:

Cuando uno lee, cuando vive el encuentro con un libro, es decir, cuando te interesa lo que leés y leés largos ratos por día, pasa algo raro: uno se empapa, se embebe, se sugestiona, se carga con el mundo del libro al punto que toda la vida propia se transfigura un poco con esa lectura. Creo que no nos damos cuenta de la profundidad de este proceso. Sí, sabemos que un libro nos mete en su historia o en su tema y nos damos cuenta de que reflexionamos sobre él o que hacemos espontáneas asociaciones teniéndolo en cuenta todo el tiempo. Pero no captamos el efecto inconsciente, por el que esa lectura se apropia de nuestra vida interior y la posee, como en una especie de vampirismo. El libro vive una vida secreta e íntima en nosotros, de la que sólo podemos captar y pensar una mínima parte.

Por ejemplo, al leer un libro los valores o la visión de la vida de ese libro se instalan en nosotros. No para siempre, durante un tiempo. El poder sugestivo de la lectura funciona así, de costado diríamos, pero de manera total. Tan es así que ciertas lecturas hacen que nuestras vidas vayan para un lado o para otro.

Ejemplo: quienes han leído a Castaneda y las aventuras de Don Juan se van transformando en chamanes modernos; quienes leen libros de pensamiento izquierdista empiezan a creer que están en un mundo alienado y que son oprimidos por el sistema –y ven por todas partes aflorar la supuesta trama de opresión-; quienes leen una novela de García Márquez empiezan a sentir que su vida entera es interesante y llena de historias particulares; quienes leen libros de auto ayuda ven por todas partes oportunidades para crecer y aprender, etc.

Para este efecto suele ser importante el tamaño del libro, que equivale a la dosis de la sugestión. Si la droga está bien lograda 500 páginas pegan más que 250. El fenómeno Harry Potter, por ejemplo: dosis importantes de magia y fantasía para chicos.

Claro que el libro no manda, que debe haber una predisposición o tendencia en la sensibilidad propia que hace que uno elija un libro y no otro, pero el libro agrega mucho, coloniza el interior de la persona como si fueran españoles llegando a América.

Casi podríamos decir que los libros son espíritus dormidos, a los que dejamos entrar en nosotros y terminan haciéndose dueños de todo por un rato. Esas sucesivas aventuras (porque este proceso de entregarse y rehacerse es una aventura, el que lee parece estar quieto pero puede estar viviendo acontecimientos internos intensísimos) van formando la personalidad. En las identificaciones repetidas vamos haciendo aparecer el que somos, perfilándolo, creándolo. La obra es también la creación de la persona propia, y estos espíritus que dejamos entrar y a los que damos vida hacen su proceso y se van, dejando el rastro del encuentro en ciertas disposiciones personales que quedan como gustos, tendencias, posibilidades, opiniones propias.

Poder Ciudadano

En días anteriores Yoani Sánchez desde su blog Generación Y, refirió un cambio en el certificado entregado a su hijo con ocasión de la culminación del octavo grado. Quienes le hemos leído con regularidad sabemos que ella es cubana y blogger, acaso la primera blogger de allá y que ha generado una influencia y un entusiasmo colectivo tanto dentro como fuera de la isla que ya quisieran para sí los viejos dinosaurios enriquecidos y envilecidos de la izquierda latinoamericana. Lamentablemente, el dinero no lo puede pagar todo.
En fin, Yoani mostraba el diploma del año pasado, donde la figura del líder protagonizaba hasta niveles que retan lo racional y humano:





















Y la contrastaba con el diploma del presente curso que ya finaliza:























Donde el busto de Martí, poeta, maestro, mártir, hombre bueno, se acerca más al modelo que la bloguera quiere para su hijo. Y, añado yo, las imágenes son claras, la humildad de la segunda contrasta con lo invasivo de la primera, es decir, quienes la pusieron, de modo inconsciente reflejaron la importancia mínima del ser humano frente al líder-protagonista de gesta heroica-razón de ser y fin en sí mismo así como el carácter sencillo y bueno de la obra y la vida del Apóstol.
Pero allí no está el meollo del asunto, que los gobernantes que hablan mucho y los muchos que los alaban mucho, por razón de esta abundancia, tienden al error y a revelar cosas no deseadas por ellos, es algo normal y hasta necesario. Pero Yoani deja la inquietud ¿Tendrá este cambio que ver con su crítica al anterior certificado? Importante sería su influencia, por mínima que fuere, para demostrar el poder ciudadano que emana del acto de tener una bitácora personal, de decir en ella vainas, de echarle una vaina a los que tienen poder y, lo que más importa, de ser leído, comprendido, compartido, criticado, rebatido, por otras personas tan poco importantes para el sistema como el alumno que cursó el séptimo grado en la José Miguel Pérez de La Habana el año pasado, es decir, como el que esto firma y como el que esto lee y ojalá comente.

Bloguear no es poco ¿Oyó, señora América Martínez, usted que nos niega las bondades y bellezas de su blog anterior y posterior no más por desánimo?

martes, 7 de julio de 2009

De la muerte de Benazir en adelante.

Este post es un re-subido. Un refrito que me gusta y no demasiado lleno de aceite. En su momento fue poco leído, porque yo mismo no lo leí más de tres veces, por eso, lo subo a ver qué opinan.


Con gran detalle se puede seguir por Internet la muerte de la ex-gobernante y líder ( o lideresa, que aunque suena raro, pues aplica) de una gran parte del Pakistán Benazir Bhutto. En última instancia parece ser que fue Al Qaeda, una suerte de mala de telenovela venezolana que se ofrece sin mayores requerimientos ni casting como antagonista genérico de todo lo que huela o pueda oler a gringo en el lugar que sea. Digo parece ser porque un hipotético Fidel Castro teoriza en una misiva enviada a la Asamblea Nacional de Cuba acerca de la responsabilidad del gobierno de Bush, grande según afirma (la responsabilidad, no el gobierno) en este hecho sangriento y sus esperadas y no deseadas consecuencias.
En cualquiera de los casos y sin sumar otras acusaciones, que existen y son creídas, es evidente que ha muerto alguien y que morirán más por ello. Julio Cortázar, en algún capítulo de la inagotable Rayuela se refiere al espanto que causan en las madres o en las tías las muertes de los vecinos o conocidos y la frialdad con que estas mismas parientes acogen las masacres o hecatombes acaecidas en tierra lejana y resumidas por una información periodística conforme a las reglas del género. Se recrimina Julio el hecho de reconvenir él mismo, con el nombre de Oliveira, esa conducta en madres y tías hasta el cansancio, hasta la estupidez, como si de tal manera encarnase una moral superior, digamos LA MORAL del intelectual consciente.
Un poco exagerando veo que Cortázar intenta desarrollar la idea del valor de cada vida, la idea de que el sufrimiento tiene que ver con la cercanía geográfica y la idea de que no debe andar uno por ahí jodiendo a la gente, aunque es obvio que sólo se dará cuenta de ello mucho más tarde y en el proceso de escribir una obra maestra de la literatura. Fue bueno leerle. Porque leer es como oír.
En Venezuela las emisiones de la televisión tienen que ver, en una abrumadora mayoría, con el hecho político. No ha sido desde siempre eso así, lo puedo asegurar con la certeza del que no siempre tuvo televisión por cable. Algunos festejan esta tendencia en nombre de un despertar de un pueblo que, es mi opinión, más parece sonámbulo que otra cosa. El común denominador de la política y de los programas que de ella se generan es este: gente que habla mucho. Gente que aparenta, o quiere hacerlo, tener una visión clara de las cosas, entendiendo por cosas: mi vida, tu vida y las otras cosas que giren en torno a ellas o en torno a las cuales giren las dos primeras. Gente que piensa por ti, podría decirse. Gente que quiere hacerlo por ti, también.
En nuestro mundo binario la mucha afición a hablar comporta un poca habilidad para oir. Y quien no oye (y quien no lee y no mira con atención) no aprende y es menos gente porque no aprende a serlo.
En este blog se habla, no mucho, pero se habla. Y no se escucha, porque el azar de los buscadores y la poca inspiración de autor atraen pocos lectores y menos aún escritores de comentarios. Y sin embargo sueño con un blog para oir, un blog para conocer lo que piensan los demás y para, de vez en cuando y en el momento justo, hablar para preguntar, felicitar, incluso amar.
No era de extrañar, esto de los blogs, como todo lo humano, está signado por el amor. Para mal. Pero sobre todo para bien.

Nostalgia


La nostalgia es cosa extraña. Vuelve cuando lo desea y se va. Hablemos claro, la nostalgia mucha veces tiene rostro de mujer, de muchacha digamos y de muchacha ida. De muchacha que ya no es. También puede ser ciudad, canción o bicicleta. Libro, pared caída o viento que sopla del sur. Creo que ya se entendió. Que se me ocurra, oh, que la nostalgia se refiere en realidad a mí mismo, al que he dejado de ser, al que se ha quedado en el camino (otra imagen novedosa), no lo juzgo sorprendente. Es descubrimiento que todos hacen cuando están solos, cuando llueve y no se puede salir y sólo hay ventana para mirar e incluso cuando se ha bebido, casi en demasía.

Y sin embargo, la nostalgia regresa y arranca alguna lágrima, sobre todo en privado. Habrá muchas formas de nostalgia o habrá tomado ésta muchas formas. La mía es esta que digo. La de Andrei Tarkovski es una Nostalgia hermosa pero excepcionalmente lenta. Es un ejemplo de los muchos que tiene el arte, que se compone en parte no desdeñable por nostalgias bonitas. Y por no pocas feas, que tampoco hay garantía de que las cosas salgan bien o gusten a la gente.

domingo, 5 de julio de 2009

Ardua Tarea


No sé mucho de poesía, porque poco leo y casi no he escrito. Poesía, es decir. Sin embargo, no me dejan indiferente algunos grandes poetas: Pessoa, Cuadra, Vallejo, Rimbaud, García Lorca, Cadenas y algunos más. Escribir con tal fuerza es difícil, no pido tanto para lo que hago y por eso me centro en la narrativa y en algun reflexión que publico en este blog.
Hay gente que no ve la empresa tan dura, que se atreve y eso es bueno, lo aplaudo y reconozco. Sin embargo (que hace las veces de pero), no puedo dejar de notar una especie de fórmula fácil que permite que cualquiera acceda a nuestro olimpo poético local, regional y, sobre todo, estatal. No se tomen mis palabras en serio ni literalmente, sólo hago una consideración que será fácilmente desmentida por cualquier cursante, incluso reprobado, de maestría en literatura, hasta dejarme en el ridículo más sonrojante. Esto es: baste unir sustantivos con adjetivos equívocos, con profusión, acudir a metáforas usadas o, si acaso, crear una sola que valga la pena y ponerle con ella el nombre al libro. Ser oscuro hasta para sí mismo, jamás dejar entrever una leve nota de optimismo o de fe en lo vital que no sea política, roja y permitida.
Ayuda crear textos intercambiables, vale decir, de esos que no se resisten a los errores de impresión que juntan el final de un poema con el inicio del otro. La poesía es una sola, caracha, y para eso se tiene una voz. También es útil que quien haga la presentación del poemario vea en él una marcada tendencia ética o metafísica o una vaina como un discurso entronizador, una vocación de ocasos o, si no se puede mejor virtud, la laboriosa instancia que permea soledades. En cualquier caso debe exigirse al presentador (que a veces es exigirse a uno mismo) que no pretenda lucirse y que no acuda, y en esto sigo a Roberto Echeto, a los nombres tantas veces citados de los teóricos de siempre: "medirlo todo con el canon de Bloom, con el de Barthes, con el de Todorov, con el de Steiner, Foulcault, Habermas o con el de cualquiera de esos grandes chivos que legitiman a todo el que los nombra".
De este modo, sugiero que se legisle en materia de poesía y se cobren impuestos, como en un buen poema de Maiakovski, que se peche la sobreadjetivación, con recarga porcentual importante si el adjetivo es epíteto y con tributo confiscatorio si sólo pretende sorprender por ambiguo. Que se prohiban las citas más largas que los poemas sería otra medida interesante. El tema da para mucho, espero colaboren los hipotéticos lectores.
P.D. A modo de ejemplo:
Avanza entonces, cardumen de sufrires,
antónimo del alba, carácter sombrío de mis temores,
ariete indemne de los desfiladeros,
cambur innecesario, frasco sin frasco,
adlátere del consumismo.
Deja la huella, deja la huella,
que la huella no es para seguirte
sino para pisar el futuro
(el presente, perro negro que no se deja bañar),
el futuro grande de la patria grande,
que no se tiene, que no se sueña,
que sólo se construye
en andamios (importante esto de los andamios) preñados de esperanzas.

jueves, 2 de julio de 2009

ROL


Se trataba de una vieja chismosa. Todo el mundo la despreciaba y algunos llegaban al odio. Recibía visitas, sin embargo, martes y jueves, por la noche. Su café era bueno y siempre lo ponían sobre la mesa y se sentaban alrededor, ella y cualquier otra señora, vecina, que no viviera muy lejos. Una de ellas, que tenía trabajo pero casi no asistía porque vivía enferma, le dijo una vez: Tú lo tienes fácil, tienes un rol claro e incluso la gente que escribe te toma en cuenta. Yo vivo muy desgraciada. Esa noche la vieja chismosa tuvo el insomnio de los que de pronto piensan sin tener hábito de hacerlo.

martes, 30 de junio de 2009

Esto era y luego terminó

Las veces que vino no fueron demasiadas, pero ella las recordaba con alegría (y con tristeza y con rabia, ella era compleja, es decir, era gente). Ella salía de la casa y lo esperaba. Alguna vez la espera fue vana, pero ella prefería olvidar, sin que por eso obviara el sufrimiento. Si uno sufre, es porque está vivo, pensaba y sentía culpa por ser tan poco original. El se había dado cuenta de que ella lo amaba antes que ella misma atinara a hacerlo. Creo que la manipulaba, muy torpemente, no era ducho en esas cosas, como no lo era en casi ninguna que tuviera implicaciones prácticas en una vida normal. Él anhelaba una vida normal, es decir, no tener una vida normal, sino disfrutarla. Hacerlo como las personas que cantaban una canción de moda, las que iban a bailar el viernes y dormían el sábado hasta tarde y las que al morir decían díganle que tuve una hermosa vida. Él no bailaba y ella se deleitaba en un merengue o una salsa. Un corro casi siempre surgía junto a ella: sabía transmitir entusiasmo, aunque se hacía algo sospechoso que siempre usaba sus habilidades en las fiestas y a horas más bien tardías.

A pesar de todo, ella salía la siguiente vez, con el amor en la mirada que no parecía cansarse nunca de esas cosas, que parecía inagotable, pero que uno sabía que no lo era, bueno, porque las cosas son así. Él saludaba de lejos y cuando estaba más cerca le daba un beso en la mejilla. Ella se sentía humillada y se prometía no seguir en ese juego idiota. Más tarde hacían el amor y ella olvidaba sus promesas. Él la quería, pero de verdad era un idiota y lo sabía y pensaba, esto es bueno para sentirse vivo y sin decirlo, sin que saliera una palabra de su boca, ella se enteraba de todo y sufría y sufría. Hay gente que es feliz, le mostraba ella y señalaba la televisión o a personas que pasaban por la calle. Sí, decía él y se daba vuelta en la cama. Luego se iba. Un día no volvió más. Ella preguntó y muchas cosas le decía la gente, pero ninguna le satisfizo. Todo siguió su curso, como todas las cosas lo hacen hasta que se terminan y hasta que caen en olvido.

sábado, 27 de junio de 2009

No exageremos

Onetti, maravilloso escritor, partamos de allí, en ciertos párrafos cercanos al final de su novela breve El Pozo, expresa lo siguiente:

Conocí mucha gente, obreros, gente de los frigoríficos, aporreada por la vida, perseguida por la desgracia de manera implacable, elevándose sobre la propia miseria de sus vidas para pensar y actuar en relación a todos los pobres del mundo. Habría algunos movidos por la ambición, el rencor o la envidia. Pongamos que muchos, que la mayoría. Pero en la gente del pueblo, la que es pueblo de manera legítima, los pobres, hijos de pobres, nietos de pobres, tienen algo esencial incontaminado, algo hecho de pureza, infantil, candoroso, recio, leal, con lo que siempre es posible contar en las circunstancias graves de la vida.

Bien quedan estas palabras como homenaje a esa gente que nunca cuenta, a la gente comparsa, a la gente masa-mítin-cerveza, a la gente que es sencilla y que esgrime su sencillez por toda propiedad, a la gente que es como uno (ojo, no aludo a todos en este uno, a pesar de aquello de la Unidad y sus consecuencias) por mucha rabia que nos dé. Está bueno y es justo. Lo que en modo alguno debería ser admisible es la posibilidad de un loar en exceso, de un mitificar una figura abstracta que devenga, a la manera del concepto del buen salvaje, en un modelo de hombre bueno y justo, el hombre de pueblo, el popular, el buen pobre, el hombre comunitario. Consecuencias camboyanas no estarían en un horizonte lejano.

Me he criado en un barrio, en una comunidad de bajos recursos, es decir, sé lo que es ser pobre, sin exagerar, sin entrar en ejemplos dignos de Dickens o Victor Hugo, nada de eso. He sido pobre sin ser ostentoso por ello. Conozco a la gente sencilla y aporreada, de cerca, alguna novia tuve allí y sí, hay gente muy buena, y hay algo candoroso en todo el asunto. Pero no llevemos al extremo las cosas. Las dos veces que he sido víctima del hampa, fue a manos de gente llena de candor, infantil, pues. Los asesinatos que he contemplado (ejecutados ya, no en ejecución), ocurrieron a manos de gente sencilla y contra gente sencilla. El paraíso tampoco está en el barrio, en la favela, en la villa. Pero debemos procurar que allí tampoco se instale el infierno, que eso quede claro, porque allí tengo amigos y familia y aunque no los tuviera.

Hoy en día la ingenuidad no se castiga, porque es imposible. Que esto se entienda, que se explique, que vengan y traigan algo, porque ya no va quedando nada.

P.D. Vi a un jurista en la televisión estatal explicando cómo era viable, luego de la reforma de la norma procedimental, la intervención de comunicaciones privadas por mandato de un juez. De un juez, acotaba e insistía. Un juez es gente, tal vez no sea gente ingenua, pero es gente, adinerada tal vez, lo que no comporta nada, pero debe ser acotado. Soy abogado y conozco al algún que otro magistrado y doy fe. Los jueces no son tampoco seres de luz, no, nada, son, solo son y no más. Por tanto, no sé, creo que no me convence la vehemencia con que el jurista del que ya hablé tan poco les invoca, como toda razón, como axioma, cual 3,1416 (por ser sencillos expresemos esto así), en sustitución de razonamientos verdaderos que validen sus postulados.

miércoles, 24 de junio de 2009

Alegría


Alegría, de verdad, alegría, siento por las felicitaciones de una amiga, relativas a mi blog y a mi forma de escribir, alegría uno siente y debe expresar. No creo que siempre se deba ser un maldito, ni que por ser escritor maldito uno sea más profundo. Piazzolla decía que era un tipo feliz, que no podía crear nada cuando estaba triste. La bella Milonga del Ángel y Vuelvo al Sur, tan nostálgicas en sí mismas, son la creación de un tipo contento. Eso alegra, eso da esperanzas.
La idea es, no nos dé vergüenza estar contentos, no huyamos de las películas por su dolor, por su crueldad o por su excentricidad. Juzguemos por su calidad y si no sabemos mucho de la técnica y el lenguaje del cine (me pasa un poco así, pero no tanto, tampoco voy a exagerar para hacerme el inocente y puro), habrá que hacerlo de pura emoción, de puro oído o de pura mirada. Vaya también esa recomendación a lo demás que tenga que ver con el arte, es decir, con esa forma particular de hablar con los demás sin verlos y diciendo la verdad así se mienta. Sobre todo cuando se miente.
Contento estoy, ya se sabe, que se sepa. Nihil Obstat.

lunes, 22 de junio de 2009

ACLARATORIA NO SOLICITADA

Este blog requiere periódicas aclaratorias. Se espera de un blog latinoamericano y cuantimás (siempre quise usar esta palabra), venezolano, que plantee serias reflexiones sobre la realidad del país, lo que se entiende en estos casos como la realidad, que si las cosas están caras o que hay más o menos empleo, que el país ya no soporta la neodictadura, que la dinámica participativa permite la construcción de una sociedad justa donde se olviden los olvidados, cosas de esa estir.pe Se espera y quien tal pretenda, puede ir esperando en vano. La dictatorial forma de entender el mundo que hoy me gobierna y que no puedo explicar por autocensura, me remite a los temas insustanciales que acá aparecen. Otra aclaratoria: si un post parece demasiado críptico, no es porque detrás de él se esconda una intención estética de altos vuelos. No. Es que la realidad, por el hecho de serlo, a veces, dependiendo de uno, es demasiado vulgar, demasiado simplona. Un arreglito no está mal. Pero en modo alguno me pretendo un iluminado, un predestinado o un _____________, ponga usted la palabra.

sábado, 20 de junio de 2009

AMÉN






















Hace muchísimos años compré una antología poética de Álvaro Mutis a sugerencia (tal vez agradable exigencia) del poeta Ernesto Román Orozco, quien a la sazón atendía la antigua librería Kuai Mare de San Cristóbal, desaparecida entonces por razones que no vienen a cuento, desaparecida del todo hoy, a pesar de su hermoso nombre que evocaba leyendas primigenias, en beneficio de la librería Del Sur, especie de franquicia asu modo y a mi entender. En fin, este es el primer poema que recuerdo de Mutis y nunca he podido alejarme demasiado de él en mis cosas. Vaya para todos y vaya también para mi amiga América Martínez, poeta.



Que te acoja la muerte
con todos tus sueños intactos.
Al retorno de una furiosa adolescencia,
al comienzo de las vacaciones que nunca te dieron,
te distinguirá la muerte con su primer aviso.
Te abrirá los ojos a sus grandes aguas,
te iniciará en su constante brisa de otro mundo.
La muerte se confundirá con tus sueños
y en ellos reconocerá los signos
que antaño fuera dejando,
como un cazador que a su regreso
reconoce sus marcas en la brecha

El pasado vuelve un rato


El pasado vuelve a veces, con distinta cara, con algo de maquillaje, con las marcas de la vida en la cara y en el cuerpo, uno camina junto al pasado, que anda preocupado por trámites, por las tonterías que exigen los que tiene poder, poco poder, pero suficiente para joder una vida o, sin exagerar, tres octavos de vida. El pasado vuelve, pero uno ya no es el mismo. Da un poco de vergüenza, no sé, uno ya no puede transitar, ni por cortesía, los caminos conocidos. El pasado vuelve desde muy lejos, desde donde uno no ha ido y, por los vientos que corren en el país, no irá uno nunca. Lamentable lo pronto que en nuestra vida, las cosas lindas, incluso los dolores, se vuelven pasado. Lamentable, pero no trágico. ¿Ah rigor?

martes, 16 de junio de 2009

Un intelectual, obvio, famoso


Un intelectual no es un ser de luz, ni un ángel, sólo es alguien que tiene por costumbre leer mucho y de quien se presume que también piensa mucho. Digo se presume porque prueba conclusiva no la puede haber. Y digo, en el mejor de los casos, la demostración de la cantidad de pensamiento no implica la bondad del mismo. No traigo acá elementos éticos que pudieran considerarse necesarios a la hora de definir el perfil del intelectual marco. No lo hago porque entraríamos en honduras insuperables. De tal modo, debo acudir a la noción más simple para intentar abarcar el espectro de todo lo que se entiende (y autodenomina), en el campo de la intelectualidad, de la nuestra intelectualidad y a cualquier intelectual le avergonzaría demasiado una idea tan sencillota, tan pan con mantequilla, tan pan solo y agua de chorro. Un intelectual opina mucho, tal vez demasiado, pero en su descargo debe decirse que no toma demasiado en serio cuánto dice, bien por la conciencia de su propia falibilidad, por la flexibilidad de sus opiniones, en consonancia con la mutabilidad e infinita complejidad del mundo y de sus cosas, sean éstas las que sean y la hora que sean o por mala memoria o mala fé.

Lo que maliciosamente pretendo expresar es que no veo razones válidas o al menos medianamente decentes para exigir al intelectual (o a quien haga sus veces y no pocas), una suerte de comportamiento ascético, de comportamiento mantillesco (en recuerdo de aquel libro Mantilla, en que los niños eran más bolsas que el carajo), pero que para ser tal debe corresponder de manera exacta con las expectativas, con todas la expectativas del lector que le critique.

En dias recientes he asistido, con agrado, a distintas diatribas virtuales sobre el comportamiento político y opiniones emitidas en variados momentos y contextos históricos por: Jorge Luis Borges, Mario Benedetti, Silvio Rodríguez, Mario Vargas Llosa, discusiones teñidas de los colores pertinentes a la cuestión política en Venezuela. Justo es aclarar, para un lector foráneo, que estos colores, antes que corresponder a los que caracterizan a nuestros Partidos Políticos, son el de hormiga y el del excremento humano, tostado o no al sol.

Aunque he esgrimido una defensa a ultranza de Borges, de quién he dicho que era muy viejo y estaba ciego en la época en que fueron a importunarle con tales preguntas, no debemos ser demasiado exigentes con los otros, pues no debe olvidarse que son seres humanos con grandes errores, no son seres de luz, seres iluminados, porque nadie lo es, o al menos nadie que yo haya conocido y así lo digo.

lunes, 15 de junio de 2009

Hoy esto pienso


Hay quienes escriben ensayos y tienen el mundo tan claro. Hay quienes opinan y lo entienden todo. No me tocó en suerte ser así y no me siento mejor ni peor por ello. No puedo evitar, eso sí, maravillarme ante tales portentos de versatilidad, de talento. Me sorprenden las personas así, las que entienden o procuran entender los problemas de la vida, las que se aventuran a opinar, las que se equivocan y son escarnecidas y siguen opinando. Ojo, dije opinando, que las que se equivocan y siguen en errores que perjudican a muchos son otra cosa, vale decir, los políticos que no saben cuándo irse y lo demuestran, ese es otro cantar. De este post están excluidos por mandato papal y así sea.
Los otros, a los que me referí antes, ellos tal vez tampoco sean portadores de la verdad, pero la ilusión que crean en nosotros en tan necesaria como la idea de Dios para seguir adelante, para no sucumbir ante un mundo sin sentido, sin valores, un mundo relativo, un mundo que ni siquiera debería ser objeto de reflexión. Tal vez moleste a alguien el que yo diga que la idea de Dios es necesaria. Para mí lo es y a cambio de eso no me ofende el ateismo o el agnosticismo, porque sé que también son muestras de fe, de una fe acaso más ingenua, más pura y casta que la que el hecho de creer en Dios, así sea muy vagamente, requiere. Hoy esto pienso y dejo constancia de tal.

domingo, 14 de junio de 2009

La doctrina del shock

Cada día es más evidente la sabiduría que se desprende de este video, basado en la obra de Naomi Klein, cada cual compare lo planteado en él con los modos de proceder de su gobierno preferido o aborrecido.

La doctrina de Shock
Link: http://elfuegosordo.blogspot.com/2007/10/solo-miren-este-video.html

sábado, 13 de junio de 2009

Observación exacta


Las desgracias nada enseñan. Las desgracias sólo son y ya. Preferible sería que fueran lecciones programadas para un año escolar de duración variable, que dieran un diploma luego de ocurrir una o varias, dependiendo el tamaño del sufrimiento, que se las planteara en un currículo discutido y pensado con base en los más modernos conceptos de la pedagogía o de la andragogía, al menos. Sería bueno, pero no es así, las desgracias sólo son y ya. Somos nosotros los que podemos extraer sabiduría, si optamos por hacerlo, de todas las experiencias vitales. Sabiduría para cada uno, verdades para cada uno, porque aunque la verdad es una, es muchas, porque depende de quién la entiende, de cuánto y de qué forma la pueda o quiera entender, de la hora, de la lluvia, del amor que se viva o se haya vivido, del desengaño que se hubiere asentado como forma de ser y entender. Somos nosotros, no son las desgracias.

jueves, 11 de junio de 2009

Aclaratoria


Los pocos o ningunos lectores de este blog se sorprenderán por la temática del mismo. Nada hay en él que sea actual, ninguna reflexión social o política pertintente, que justifique o explique los cambios en el manejo del mundo o que dé ideas para comprenderlo. Tal vez se piense que el autor de estas entradas vive en un mundo etéreo, gobernado por imperativos estéticos y preocupaciones metafísicas ajenas a lo que vive en un día normal un latinoamericano cualquiera y en especial, un venezolano de frontera.
Debo decir de mí que trabajo y hago mercado, que con frecuencia miro el calendario para ver qué tal lejos está el día de pago y acto seguido, miro la nevera para comprobar la ausencias alimentarias que ella consten. Que tengo auto pero no lo manejo, que ando en transporte público e incluso a pie por la ciudad y que he sido asaltado, como todo ciudadano que se precie de tal. Que lo político me preocupa, por lo que pueda afectar a mi vida y por la parte de estupidez y simplismo que aporta a personas que no necesitaban tales auxilios, sobre todo en este país y por estas fechas.
Sin embargo, las reflexiones o los relatos, los comentarios o las citas con las que lleno el espacio de este blog, son las que se me hacen necesarias en cuanto me siento y abro www.blogger.com, qué se le va a hacer.
Así es la vida y el arte, aunque lo mío no se trate de arte y tal vez sí, en un pequeño porcentaje, de vida.

miércoles, 10 de junio de 2009

LA PUTREFACIÓN NECESARIA


No es cierto que la política esté podrida porque sus protagonistas intentan convencernos de que hacen todo lo que hacen en nuestro beneficio. Eso siempre fue así y pasará este ciclo y seguirá así o tal vez peor. ¿Quién de nosotros no intenta convencer a los demás de las bondades de su forma de vivir y ver el mundo? Nada está podrido o es que lo podrido es parte de nuestra naturaleza. Por ahí tal vez anden los tiros, según este maloliente, de por sí, post.

martes, 9 de junio de 2009

El vacío


¿Por qué será que cuando escucho expresiones como:
1.- Un gran acuerdo nacional
2.- Es una novela interesante, de verdad un trabajo notable
3.- Estamos evaluando las necesidades del pueblo para reprogramar nuestras metas
4.- No eres tú, soy yo
5.- Estamos trabajando en eso
6.- Le acompaño en la pena
7.- La comunidad, por sí misma, asume las decisiones que le competan
8.- Un fantasma recorre la tierra...
se me pone la mente en blanco?

viernes, 22 de mayo de 2009

Desierto


Buscando en internet, consigue uno buena literatura a la que no podría acceder de otro modo, acá un ejemplo: Diez cuentos hiperbreves con el desierto como fondo, del autor José Calderón González (poco o nada sé sobre él): http://www.santiagoapostol.net/revista04/cuentos.html

1

Era un hombre que venía del desierto e iba hacia el desierto. Cruzó por allí mismo lento, cansino, desbrozado, sediento, quizás, de lluvia, y vio un oasis de agua tierna y paciente. Esperaba morir de todas formas, más pronto que tarde. Pasó, pues, sin inmutarse, y no bebió.

2

Era un hombre que, oriundo del desierto reseco, hubo de permanecer muchos años y años preso de vegetación selvática, de la humedad verdecina y espumosa. Cuando por fin pudo huir del bosque escarpado, de la agobiante espesura, se adentró por entero en su madre tierra, en la solana de la aridez. Se arrodilló, levantó la cabeza, abrió los ojos, ya ciegos de sol, cayó de bruces y abrazó la arena calentona, besando lo que le daba la vida y lo que le daba la muerte.

3

Era una vez un hombre que se perdió en el desierto cuando era joven. La esperanza de salir de allí lo tenía en pie, al menos. Primero escribió, porque sabía, su nombre y su situación por donde quiera que pasaba, escarbando con sus uñas macilentas. Alguno, pensaba, podría acaso socorrerlo. Pero el viento borraba con voracidad aquellos tenues surcos. Luego probó a grabar en las rocas duras, en las hondas peñas, mensajes de auxilio, aunque también con los años los silbidos del aire cauterizaban las letras temblorosas. Más tarde construyó gigantescas ideas con pesadas rocas que traía de lejos, plantadas en el suelo del yermo. Pero los huracanes y toda clase de pesadillas arruinaban la empresa. Por último, casi desfallecido, esculpió su rescate en el pecho con sangre y voluntad. Aquello ya era por fin indeleble, indestructible, bajo el velo de la arena silenciosa.

4

Era una vez un hombre que soñó con el desierto. No lo había visto nunca, porque procedía de un país remoto de tierras húmedas y tupida selva. Sin embargo, soñó con el desierto imperioso y enigmático, y se dispuso a marchar sobre él, aunque eso le costase su familia, su patrimonio y su vida. La idea de la aspereza y la inclemencia del clima lo derrumbaba, pero a la vez lo atraía profundamente, y se afanó en el viaje. En la marcha perdió los caballos, los dineros y a sus hombres. Llegó por fin a la ola del desierto, solo, casi desnudo, pobre, sin habla y sin posibilidad de retornar a su querido país. Cuando ya no le quedaba una gota de agua, se tragó sus lágrimas con orgullo y valentía. Y de ahí en adelante le fue bien la cosa. Pudo regresar felizmente con su familia, y hasta su muerte llegó a ser un hombre respetable, cuando contaba sus historias sobre el desierto y sobre un sueño del desierto.

5

Era una vez un carcelero que andaba por el desierto errabundo y aturdido, cuando halló en la lejanía la sombra dispersa de un hombre que se tambaleaba. Corrió a su encuentro y se ayudaron mutuamente. Entonces el hombre enfermo se dio cuenta de que tenía delante de sus ojos tristes a quien fue en una ocasión su guardia despiadado. Lo amarró con descuido a una peña y le refrescó la memoria. Le sobrevino al convicto huido atroz venganza, pero se contuvo un tanto porque su furia habría de meditarla. El otro no pidió inútil compasión porque comprendió que iba a morir de la peor manera frente a la indiferencia del inmenso desierto. Después de unas horas, al que fuera prisionero, ahora ya libre, sólo le quedaron fuerzas para dejar la cabeza hundida entre los brazos y abrazarse a su carcelero, llorando.

6

Era una vez un rey que se empeñó en una guerra inútil, como todas las ideas que amputan el destino de almas ajenas. Construyó un campamento bien guarnecido en medio del desierto en alerta del enemigo indeseable. La espera se retardaba, y la impaciencia gateaba por las costillas de la tropa. Los días transcurrían lentos, como el espíritu de los que no quieren combate con semejantes. El sopor se cernía sobre ellos, la indolencia, la desidia, el tedio, la miseria, y por último el odio por haber nacido. Nadie quería estar allí. Nadie pretendía la guerra, salvo su rey, impertérrito. Pero un día mandó atacar, y ellos lo hicieron, ya maltrechos, sin ideas lúcidas, hacia donde el enemigo acechaba resguardado, sin prisas, al abrigo de la canícula que destroza.

7

Era una vez un niño que nació en un desierto insospechado. Creció entre los abrojos, las rocas empedernidas y las heladas noches, bajo la guarida pobre como única protección. Y lo prefería frente a las inclemencias de los hombres, de los que sólo había oído nombrar sus obras.

8

Era una vez un hombre orgulloso que reputó a bien atravesar el desierto fabuloso con su espléndida manada de camellos. Cuando ya llevaba recorrido bastante espacio, reconsideró la idea, y no la vio tan fácil, pero no iba a volver para que todo el mundo se riera. Y siguió adelante, más adelante que su idea. Los camellos se le morían, pero conjeturó que el final del trayecto estaría cerca. No era así. A pie continuó, sin comida ni agua, cuando ya sacrificó al único que quedaba. En un último grito de coraje alcanzó por fin una ciudad: era la suya misma por error. Vinieron a abrazarlo condescendientes, y él, llorando, se rió de todos.

9

Era una vez una ciudad otrora importante que en malos tiempos cayó en desgracia, y la peste se cebó con los más débiles. El adivino vaticinó que aquel hombre que superara la prueba de permanecer en el desierto tres días sin comida ni agua haría que la ciudad volviese a su esplendor. El elegido no tenía esperanza, pero menos aun los habitantes con él, que no lo esperaron. Las hordas enemigas acabaron con lo que quedaba de las ruinas.

10

Era una vez un joven que decidió ser sabio y despedirse de las comodidades de la vida mundana. Se marchó con sus libros al desierto a meditar la doctrina de su dios, con empeño y disciplina. La sabiduría que pretendía era de otro mundo: la humildad ante la soledad, la pobreza, los sufrimientos del cuerpo por las inclemencias del cielo. Pronto abandonó los libros. Mucho era lo que tenía que aprender en sortear los cuchillos que el desierto le urdía.

De Cien Cuentos Desiertos

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