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jueves, 29 de marzo de 2007

En estos días

En estos días he notado que la decisión correcta es la más sencilla, que el camino es el más sencillo, que si una persona llora porque su padre ha muerto, lo más sencillo es resucitarlo, antes que explicarle que hay otro mundo, perfecto, y que en él se han de encontrar ambos, de nuevo y sanos. A esto llego, no avanzo más, al menos por ahora. ¿Para qué escribir de cosas que no sé, como si supiera? Yo conozco la diferencia, pero los demás no y eso es peligroso. Pensemos que lo que escribo lo lea poca gente y que, por tanto, yo no pueda vivir de eso. No hay drama: levantarse temprano, acostarse tarde, pocos paseos, eso es miserable, pero se puede vivir algunos años así. Ahora, pensemos que lo que escribo lo leen, en concreto (somos gente seria y exacta), unas treinta personas. Si yo, en broma y por no tener nada mejor que decir, digo en ese texto que sé cuál es el camino y por dónde arranca (la gente siempre quiere ir a algún lado) y dos o tres o al menos uno se van por ahí, aún en el caso de que se ese ahí ni siquiera exista, porque no es necesario que las cosas existan para que tengan el poder de jodernos -me adelanté, iba a decir que les hago un daño, ni sé cual porque de repente nunca los conozco y estoy en mi derecho- a ese hipotético uno o tal vez dos o tres ¿Quién le paga el esfuerzo inútil y tonto? Y no estoy hablando de dinero, porque poco le he visto. Por eso, por eso mismo, es que no escribo sobre cosas sobre las que no sé, por lo que uno o ya no escribe o termina escribiendo de nada que es lo más sensato.

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