un sitio de reunión para todos aquellos que escriban o que pretendan hacerlo. sobre todo aquellos que escribimos en las sombras e, incluso, en una zona de cierta penumbra.

viernes, 31 de julio de 2009

Un poco (demasiado) sobre el relato breve RESUBIDO

El relato breve tiene sus teóricos; serán dejados de lado en esta entrada, bien porque su estudio pueda considerarse extenso, contradictorio o árido o bien porque el autor del blog los desconozca o prefiera desconocerlos. Breves puntualizaciones se hacen necesarias. A cada cosa según su naturaleza o forma de ser.

No creo excesivo o presuroso afirmar que existe mayor número de obras maestras dentro del cuento breve, incluso brevísimo, que en el campo de la novela. Tal vez sea porque se dure menos en la ejecución de aquel en comparación con ésta (esta tesis se puede comprobar con un sencillo experimento casero).

Un cierto ánimo de competencia determina que en algunas épocas se haya intentado (y en otras logrado) escribir cuentos cada cual más breve que el anterior. Magnificos ejemplos hay:


For sale: baby shoes, never worn. (Se vende: zapatos de bebé, sin usar) Ernest Hemingway


El dinosaurio.

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. Augusto Monterroso


La tradición zen, con sus koans y sus relatos ha contribuido a enriquecer este género que de esta manera se emparenta, o así lo creo, con el haiku en lo de producir un destello en el ojo o on estremecimiento del espíritu a los que sigue la nada.

El cuento brevísimo no sólo puede abordarse con ánimo lírico. Muchas veces el mismo se nutre de una idea ingeniosa, de esas que en la oralidad se encarnan en el buen chiste o adivinanza que de tanto repetirse pierde la gracia, sin que por ello deje de oirse una y otra vez, incluso en la misma fiesta, velorio o de tarde de calor en la oficina. La ambigüedad o ambivalencia es un buen producto final.

Gracias a la Internet se puede acceder a una gran cantidad de trabajos breves de narradores que de otro modo no conoceríamos, a causa del extraño e injusto (y otros calificativos más fuertes que no tengo deseo de escribir) filtro de las empresas editoras. El mexicano Eduardo Olivares nos da un maravilloso ejemplo ello, tomado de la página http://www.ficticia.com/:



EL FETO GENIO
Eduardo Olivares
El feto genio despertó temprano. Ya pronto serían los nueve meses cumplidos desde aquel infausto día en que una simple célula había derivado en la masa de miembros pequeños y demandantes y de sensaciones confusas en que se había convertido. Meditó sus opciones mientras nadaba en las pegajosas aguas de su hábitat. Escuchó a sus padres hablar de hospitales y de sexo y de cuentas por pagar. Escuchó a su madre cantarle y también la escuchó jadear atrapada entre las viscosidades intensas de la masturbación. Escuchó los noticieros televisivos y, a través de las desenfrenadas voces de los conductores, percibió el dolor vivo e infinito de un planeta al borde del suicidio.
Entonces, en un impulso de inextricable sabiduría prenatal, decidió no nacer.
-Ni que estuviera pendejo -, razonó, mientras sus ojillos llenos de orina alimenticia y de mucosa asfixiante, se cerraban plácidamente para siempre.


A modo de ejercicio pretendo demostrar cómo se puede construir, aún torpemente, un relato con base en cualquier idea sencilla:


La adolescencia es tiempo de gran padecimiento, si se sigue la etimología e incluso carencia. En ese tiempo Carlos caminaba, si no pegado a las paredes, sí ensuciando con cal o pintura barata pantalones y camisa y sufriendo alguna rasgadura o raspadura en ropa o piel. Desde esa posición podía contemplar muy bien a las muchachas más hermosas a sus ojos, esas que poblaban sus ensoñaciones eróticas. Un día un golpe le desvió de la contemplación. Un hombre de unos cincuenta años, calvo y rosado lo empujaba, una mano contra el pecho y el puño semiabierto semicerrado bajo la oreja, con fuerza. "No me vas a robar, vete a la mierda". El hombre entró a su oficina. Carlos se dejó crecer el pelo, se inscribió en el partido comunista y usó en lo adelante una argolla en la oreja izquierda, demasiado grande tal vez. Colocó pancartas y escribió pintadas de madrugada, militó lo más que pudo y a los años compró carro. Su partido llegó al poder, pero siguió de largo. Sin darse cuenta, esperó y al fin vio en la prensa la noticia del deceso del hombre calvo que en los últimos años ya palidecía. No se sintió contento, tampoco tranquilo, pero estuvo bien. Al mirarse al espejo vio cómo la argolla, con su peso, había estirado visiblemente su pabellón auditivo.

UNA OBSERVACIÓN


Hace un tiempo vi una película que me pareció notable por su calidad y por su poca popularidad, aún en círculos adictos al cine. La adquirí y compartí con amigos. Palabras de elogio y agradecimiento recibí, con una excepción final, es decir, a partir del momento en que tuve una opinión contraria dejé de hacer circular el largometraje ¿Por qué? ¿Me ofendió la crítica a una obra del pensamiento o de la sensibilidad humana que no había producido yo? Interesante situación.
En algún lado se ha dicho que así como es necesario alguna medida de talento para escribir con provecho, también se requiere una dosis del mismo para leer y que algo quede. Imagino que similar baremo podría aplicar a otras expresiones del arte: música, cine, danza, escultura, cómic. Entonces, pido comprensión, tal vez sólo asumía yo mi acto de contemplar, comentar y recomendar una película que juzgué excelente como un hecho creativo y creador. Tan altas expectativas pueden devenir en bajones de ánimo significativos.

jueves, 30 de julio de 2009

DE NUEVO HAY QUE HABLAR DE CIERTAS COSAS



He tenido como orientación que este blog sea, dentro de lo que cabe, políticamente correcto, es decir, en Venezuela y a estas horas, que no se refiera a lo político en modo alguno. Para no herir sensibilidades hiperdesarrolladas. Pero las cosas tienen su límite y llega un momento en que uno debe hablar, no porque lo que se vaya a decir sea particularmente profundo o revelador. No, por el contrario, se trata de ideas evidentes que de seguro visitan a todos, con independencia de la recepción que se les tribute.
No, lo que debo decir es sencillo. Es sólo expresar que estoy cansado. Hoy día se repiten cosas, se informa, se opina. La sociedad de la información se nos muestra como la más democrática de todas, como la que permite acceder a contenidos antes vedados por las limitaciones materiales y expresar la opinión propia sin limitaciones o casi sin ellas. Todo suena muy bien y signo del avance de estos medios es la decreciente influencia de la televisión y la radio como vehículos de comunicación, normalmente unidireccional, aunque se pretenda parecer lo contrario.
Se dicen todas estas cosas, acaso con razón, pero se deja de agregar algunas. Que el poder de estos mentados medios democráticos no impide que caiga Zelaya, se mantenga la sospecha de fraude en Irán o siga incólume la falta de atención del gobierno nuestro por los estragos del delito en la sociedad. En nada cambia eso facebook, blogger o twitter. Es más, siento que esas tres plataformas son incluso responsables de mi cansancio, de mi saturación de contenidos banales (es cierto, tampoco fui impelido a iniciar sesión en ninguna de las tres plataformas, pero es que es débil mi voluntad). No quisiera citar los ejemplos (gato de jacko hereda tantos dineros; teodoro dice que el gobierno está en estertores; madres de barrio apoyan proyecto de reforma), pues la cosa tiende a la chistemalización (hoy hay palabras para todos y uno las puede inventar para ser inteligente y que los otros lo noten).
Se dice y se repite mucho por estos días, que el límite de atención del usuario de internet es reducido, unos cinco minutos a los sumo. Esto exige que sea breve gracias a dios. hemos llegado a otro punto: hoy está de moda ser ateo. Soy creyente, de manera confusa, lo confieso, pero creo en Dios como alguien superior al hombre que ha creado y crea todo esto. Pero hoy lo que da nota, lo que reviste de charol el pensamiento y el estilo de vida es no creer. No digo que todo el mundo deba hacerlo, no lo recomiendo a pesar de que la idea de la trascendencia me parece intrínseca de la condición humana. No digo que sólo se encuentre plenitud en la creencia en un ultramundo.No, plenitud la puede haber en nuestra vida hoy y ahora. Pero, como diría Cortázar, allá en el fondo está la muerte. Y no está sola, también están el miedo y la consciencia de la propia finitud (porque la finitud de los demás preocupa, llena de tristeza, pero en el fondo, permite vivir, se hace uno a la idea). Sin embargo, hoy y lo digo a gracias a la revisión de la internet y de las plataformas que tan alegremente he denigrado un poco más arriba, un fantasma recorre el mundo, el fantasma del ateismo. Admiro sus medios, sus razonamientos, pero no me gustan sus conclusiones. He decidido ser breve, condenarme a que se me note lo tarado por lo que acabo de decir, pero qué más da.
Idea final: hoy se habla del socialismo y eso fatiga. Más que decir que se habla del socialismo, debo corregirme y expresar: hoy se nombra al socialismo. Se le presenta como síntesis de todos los valores humanos. Recuerdo una frase de Star Wars: "mucha gente murió para que pudiéramos ver esto". Algo así es el cuadro que nos pintan. Al parecer Jesús, Mahoma, Gandhi y aún el perro Nevado eran socialistas al estilo Fidel (nunca al estilo Stalin). Con todo esto estaría garantizada la felicidad. No quiero decir que piense que el capitalismo no tiene parangón, que el socialismo esté de plano errado en todas sus presentaciones debido a las refutaciones que con rigor científico y altos vuelos filosóficos le he enrostrado yo o un tercero. No. No se trata de esto, sino de la repetición que tiende a simplificar, a ignorar hechos históricos que han aterrado (purgas soviéticas, revolución cultural, khemeres rojos en Camboya) y que en sí mismos deberían hacernos menos proclives a aceptar los dogmas simplones que se pretende imponer. No tengo solución en mis manos ni proyecto alguno que asegure la paz, la concordia, la prosperidad del país y el fin de la pobreza, pero creo que por el hecho de que yo no gobierne ni tenga intenciones de hacerlo, sea menos válida y oportuna mi opinión.
Estas cosas y no otras quería decir, pero la forma, el tiempo breve y la falta de atención (la mía y la de los hipotéticos lectores) hacen que se expresen así, brevemente y sin hipervínculos e intertextualidades, pero me ya me quedo más tranquilo.

lunes, 20 de julio de 2009

FALKE


Escribo esta nota desde la emoción. No tengo herramientas metodológicas que me permitan emitir un criterio científico y razonado, ajeno a la subjetividad y que demuestre, con pruebas en mano y citas APA, las bondades de la novela.
He leído Falke con deleite.
¿Qué es Falke, para los no iniciados en la historia de Venezuela?
Falke o el Falke, es o fue un barco que partió a finales de la década del veinte del pasado siglo, desde un lejano puerto europeo hacia Venezuela, en un difuso afán de invasión destinada a derrocar a un déspota taimado y astuto.
Federico Vegas aborda el tema desde la mirada de un tío que formó parte de la invasión, apenas un muchacho estudiante de medicina por entonces. Eduardo Casanova, en una correcta reseña, expresa, por haber conocido a Rafael Vegas, al tío novelado, que poco hay de él en el personaje narrador de Falke, dando a entender, no recuerdo las palabras exactas, que en nada afecta a la novela esta circunstancia.
Falke narra, pues, los avatares de una derrota, de una aventura malograda de antemano por la atmósfera que caracteriza a la narración. Pero antes que la anécdota, sencilla y fácil de resumir, importa la sabiduría que emana de la obra, expresada en ciertas máximas y determinados cuadros que nos pintan como país y que dan pistas para evaluar, para pensar, para entender nuestra realidad actual.
Es imposible olvidar a un Linares Alcántara, formado en West Point y sordo a causa de los cañonazos que debía soportar por su honor de jefe de artilleros, que detiene el ataque a las tropas del déspota para tomar café, soplándolo porque estaba caliente. O a un Doroteo Flores, antiguo combatiente y personaje memorable, quien en las horas de ocio a bordo del Falke refiere las portentosas hazañas de Ducharne y Sixto Gil, en una lucha guerrillera sin esperanzas, pero plena de honor. Hazañas que luego desmiente alegremente, en tierra y huyendo, sorprendido de que Vegas le haya creído todo ese sartal de historias que sólo contaba para entretener a los compañeros.
Es Falke una novela histórica, una Bildungsroman, un relato de aventuras, una reflexión sobre nuestra visión compartida como pueblo o la ausencia de la misma, una estampa de la vida venezolana en el exilio parisino e incluso, una serie de relatos pintorescos que tienden a refrescar la narración.
Son sólo ejemplos que en algún modo pueden dar una idea lejana de la rica experiencia que en sí misma comporta la lectura de Falke, libro, que a pesar de haber sido un éxito editorial, desde los modestos criterios patrios y latinoamericanos, considero injustamente ignorado, dentro de la ficción histórica reciente, que ha dado obras memorables como El Pasajero de Truman y La Tarea del Testigo. Otro motivo para lamentar las políticas estatales que limitan la entrega de divisas extranjeras para la importación de libros y de materiales para su edición en estas tierras.

jueves, 16 de julio de 2009

Costumbres


Hay quienes son o se tienen a sí mismos por irreverentes, intolerantes con la estupidez. Son quienes demuestran las tramas inútiles de la sociedad, los desnudadores del absurdo cotidiano, los apóstoles de la sinceridad. Hay muchos en la vida y no pocos escriben. Yo he sido uno de ellos, de cortos vuelos, eso sí.
Reformadores de costumbres, moralistas, piedras en el zapato, agitadores sociales. Toman los más dispares disfraces y trajes para hacer aquello para lo que han nacido, según la conclusión a la que llegan antes o después. No diré que no les critico, porque mis lectores, que yo sepa, sólo tienen el defecto de ser pocos, pero no son tontos. Por algún lado vengo y es una simpleza, un ejemplo:
Uno va por la calle, ve de lejos a un conocido, digamos que alguien agradable, para no desviarnos del punto por un lado emocional. El tipo es buena gente, no digamos tampoco que demasiado, para actuar con mesura. El tipo llega o nosotros llegamos hasta él y el tipo habla: "Qué tal, cómo va todo, qué tal el trabajo", no hay interés en la voz, es apenas una fórmula. Uno entonces piensa "qué ocio, qué vicio imbécil". Verdad no falta, pero creo que el asunto da para más.
Es cierto, preguntas sobre el clima, la salud, el trabajo, la familia o la vaina en general son desperdicios de aliento y palabra. Son estereotipos de conductar, convengo en eso. Ahora, la intolerancia frente a ellos, la palabra que no sale de los labios pero que insulta al otro, como que no es muy original. Es decir, quien maltrata o quien desprecia también repite, también algo recibe en el reparto universal de la estulticia, aunque goce de mejor fama.
No insisto, no abundo, para que se note demasiado lo cosido, el afán de reformar costumbres, la tontería.

jueves, 9 de julio de 2009

Sobre la lectura (tomado del blog 100volando)

No acostumbro cortar y pegar post de otros en mi blog, pues creo que todos tenemos nuestro espacios y algunos lectores que se acercan a curiosear por comunidad de intereses. Sin embargo, en un blog que sigo, 100volando, Alejandro Rozitchner, admirado filósofo, pensador, provocador y profeta del entusiasmo argentino ha colgado una entrada sobre la lectura que es una delicia estimulante, aquí les va:

Cuando uno lee, cuando vive el encuentro con un libro, es decir, cuando te interesa lo que leés y leés largos ratos por día, pasa algo raro: uno se empapa, se embebe, se sugestiona, se carga con el mundo del libro al punto que toda la vida propia se transfigura un poco con esa lectura. Creo que no nos damos cuenta de la profundidad de este proceso. Sí, sabemos que un libro nos mete en su historia o en su tema y nos damos cuenta de que reflexionamos sobre él o que hacemos espontáneas asociaciones teniéndolo en cuenta todo el tiempo. Pero no captamos el efecto inconsciente, por el que esa lectura se apropia de nuestra vida interior y la posee, como en una especie de vampirismo. El libro vive una vida secreta e íntima en nosotros, de la que sólo podemos captar y pensar una mínima parte.

Por ejemplo, al leer un libro los valores o la visión de la vida de ese libro se instalan en nosotros. No para siempre, durante un tiempo. El poder sugestivo de la lectura funciona así, de costado diríamos, pero de manera total. Tan es así que ciertas lecturas hacen que nuestras vidas vayan para un lado o para otro.

Ejemplo: quienes han leído a Castaneda y las aventuras de Don Juan se van transformando en chamanes modernos; quienes leen libros de pensamiento izquierdista empiezan a creer que están en un mundo alienado y que son oprimidos por el sistema –y ven por todas partes aflorar la supuesta trama de opresión-; quienes leen una novela de García Márquez empiezan a sentir que su vida entera es interesante y llena de historias particulares; quienes leen libros de auto ayuda ven por todas partes oportunidades para crecer y aprender, etc.

Para este efecto suele ser importante el tamaño del libro, que equivale a la dosis de la sugestión. Si la droga está bien lograda 500 páginas pegan más que 250. El fenómeno Harry Potter, por ejemplo: dosis importantes de magia y fantasía para chicos.

Claro que el libro no manda, que debe haber una predisposición o tendencia en la sensibilidad propia que hace que uno elija un libro y no otro, pero el libro agrega mucho, coloniza el interior de la persona como si fueran españoles llegando a América.

Casi podríamos decir que los libros son espíritus dormidos, a los que dejamos entrar en nosotros y terminan haciéndose dueños de todo por un rato. Esas sucesivas aventuras (porque este proceso de entregarse y rehacerse es una aventura, el que lee parece estar quieto pero puede estar viviendo acontecimientos internos intensísimos) van formando la personalidad. En las identificaciones repetidas vamos haciendo aparecer el que somos, perfilándolo, creándolo. La obra es también la creación de la persona propia, y estos espíritus que dejamos entrar y a los que damos vida hacen su proceso y se van, dejando el rastro del encuentro en ciertas disposiciones personales que quedan como gustos, tendencias, posibilidades, opiniones propias.

Poder Ciudadano

En días anteriores Yoani Sánchez desde su blog Generación Y, refirió un cambio en el certificado entregado a su hijo con ocasión de la culminación del octavo grado. Quienes le hemos leído con regularidad sabemos que ella es cubana y blogger, acaso la primera blogger de allá y que ha generado una influencia y un entusiasmo colectivo tanto dentro como fuera de la isla que ya quisieran para sí los viejos dinosaurios enriquecidos y envilecidos de la izquierda latinoamericana. Lamentablemente, el dinero no lo puede pagar todo.
En fin, Yoani mostraba el diploma del año pasado, donde la figura del líder protagonizaba hasta niveles que retan lo racional y humano:





















Y la contrastaba con el diploma del presente curso que ya finaliza:























Donde el busto de Martí, poeta, maestro, mártir, hombre bueno, se acerca más al modelo que la bloguera quiere para su hijo. Y, añado yo, las imágenes son claras, la humildad de la segunda contrasta con lo invasivo de la primera, es decir, quienes la pusieron, de modo inconsciente reflejaron la importancia mínima del ser humano frente al líder-protagonista de gesta heroica-razón de ser y fin en sí mismo así como el carácter sencillo y bueno de la obra y la vida del Apóstol.
Pero allí no está el meollo del asunto, que los gobernantes que hablan mucho y los muchos que los alaban mucho, por razón de esta abundancia, tienden al error y a revelar cosas no deseadas por ellos, es algo normal y hasta necesario. Pero Yoani deja la inquietud ¿Tendrá este cambio que ver con su crítica al anterior certificado? Importante sería su influencia, por mínima que fuere, para demostrar el poder ciudadano que emana del acto de tener una bitácora personal, de decir en ella vainas, de echarle una vaina a los que tienen poder y, lo que más importa, de ser leído, comprendido, compartido, criticado, rebatido, por otras personas tan poco importantes para el sistema como el alumno que cursó el séptimo grado en la José Miguel Pérez de La Habana el año pasado, es decir, como el que esto firma y como el que esto lee y ojalá comente.

Bloguear no es poco ¿Oyó, señora América Martínez, usted que nos niega las bondades y bellezas de su blog anterior y posterior no más por desánimo?

martes, 7 de julio de 2009

De la muerte de Benazir en adelante.

Este post es un re-subido. Un refrito que me gusta y no demasiado lleno de aceite. En su momento fue poco leído, porque yo mismo no lo leí más de tres veces, por eso, lo subo a ver qué opinan.


Con gran detalle se puede seguir por Internet la muerte de la ex-gobernante y líder ( o lideresa, que aunque suena raro, pues aplica) de una gran parte del Pakistán Benazir Bhutto. En última instancia parece ser que fue Al Qaeda, una suerte de mala de telenovela venezolana que se ofrece sin mayores requerimientos ni casting como antagonista genérico de todo lo que huela o pueda oler a gringo en el lugar que sea. Digo parece ser porque un hipotético Fidel Castro teoriza en una misiva enviada a la Asamblea Nacional de Cuba acerca de la responsabilidad del gobierno de Bush, grande según afirma (la responsabilidad, no el gobierno) en este hecho sangriento y sus esperadas y no deseadas consecuencias.
En cualquiera de los casos y sin sumar otras acusaciones, que existen y son creídas, es evidente que ha muerto alguien y que morirán más por ello. Julio Cortázar, en algún capítulo de la inagotable Rayuela se refiere al espanto que causan en las madres o en las tías las muertes de los vecinos o conocidos y la frialdad con que estas mismas parientes acogen las masacres o hecatombes acaecidas en tierra lejana y resumidas por una información periodística conforme a las reglas del género. Se recrimina Julio el hecho de reconvenir él mismo, con el nombre de Oliveira, esa conducta en madres y tías hasta el cansancio, hasta la estupidez, como si de tal manera encarnase una moral superior, digamos LA MORAL del intelectual consciente.
Un poco exagerando veo que Cortázar intenta desarrollar la idea del valor de cada vida, la idea de que el sufrimiento tiene que ver con la cercanía geográfica y la idea de que no debe andar uno por ahí jodiendo a la gente, aunque es obvio que sólo se dará cuenta de ello mucho más tarde y en el proceso de escribir una obra maestra de la literatura. Fue bueno leerle. Porque leer es como oír.
En Venezuela las emisiones de la televisión tienen que ver, en una abrumadora mayoría, con el hecho político. No ha sido desde siempre eso así, lo puedo asegurar con la certeza del que no siempre tuvo televisión por cable. Algunos festejan esta tendencia en nombre de un despertar de un pueblo que, es mi opinión, más parece sonámbulo que otra cosa. El común denominador de la política y de los programas que de ella se generan es este: gente que habla mucho. Gente que aparenta, o quiere hacerlo, tener una visión clara de las cosas, entendiendo por cosas: mi vida, tu vida y las otras cosas que giren en torno a ellas o en torno a las cuales giren las dos primeras. Gente que piensa por ti, podría decirse. Gente que quiere hacerlo por ti, también.
En nuestro mundo binario la mucha afición a hablar comporta un poca habilidad para oir. Y quien no oye (y quien no lee y no mira con atención) no aprende y es menos gente porque no aprende a serlo.
En este blog se habla, no mucho, pero se habla. Y no se escucha, porque el azar de los buscadores y la poca inspiración de autor atraen pocos lectores y menos aún escritores de comentarios. Y sin embargo sueño con un blog para oir, un blog para conocer lo que piensan los demás y para, de vez en cuando y en el momento justo, hablar para preguntar, felicitar, incluso amar.
No era de extrañar, esto de los blogs, como todo lo humano, está signado por el amor. Para mal. Pero sobre todo para bien.

Nostalgia


La nostalgia es cosa extraña. Vuelve cuando lo desea y se va. Hablemos claro, la nostalgia mucha veces tiene rostro de mujer, de muchacha digamos y de muchacha ida. De muchacha que ya no es. También puede ser ciudad, canción o bicicleta. Libro, pared caída o viento que sopla del sur. Creo que ya se entendió. Que se me ocurra, oh, que la nostalgia se refiere en realidad a mí mismo, al que he dejado de ser, al que se ha quedado en el camino (otra imagen novedosa), no lo juzgo sorprendente. Es descubrimiento que todos hacen cuando están solos, cuando llueve y no se puede salir y sólo hay ventana para mirar e incluso cuando se ha bebido, casi en demasía.

Y sin embargo, la nostalgia regresa y arranca alguna lágrima, sobre todo en privado. Habrá muchas formas de nostalgia o habrá tomado ésta muchas formas. La mía es esta que digo. La de Andrei Tarkovski es una Nostalgia hermosa pero excepcionalmente lenta. Es un ejemplo de los muchos que tiene el arte, que se compone en parte no desdeñable por nostalgias bonitas. Y por no pocas feas, que tampoco hay garantía de que las cosas salgan bien o gusten a la gente.

domingo, 5 de julio de 2009

Ardua Tarea


No sé mucho de poesía, porque poco leo y casi no he escrito. Poesía, es decir. Sin embargo, no me dejan indiferente algunos grandes poetas: Pessoa, Cuadra, Vallejo, Rimbaud, García Lorca, Cadenas y algunos más. Escribir con tal fuerza es difícil, no pido tanto para lo que hago y por eso me centro en la narrativa y en algun reflexión que publico en este blog.
Hay gente que no ve la empresa tan dura, que se atreve y eso es bueno, lo aplaudo y reconozco. Sin embargo (que hace las veces de pero), no puedo dejar de notar una especie de fórmula fácil que permite que cualquiera acceda a nuestro olimpo poético local, regional y, sobre todo, estatal. No se tomen mis palabras en serio ni literalmente, sólo hago una consideración que será fácilmente desmentida por cualquier cursante, incluso reprobado, de maestría en literatura, hasta dejarme en el ridículo más sonrojante. Esto es: baste unir sustantivos con adjetivos equívocos, con profusión, acudir a metáforas usadas o, si acaso, crear una sola que valga la pena y ponerle con ella el nombre al libro. Ser oscuro hasta para sí mismo, jamás dejar entrever una leve nota de optimismo o de fe en lo vital que no sea política, roja y permitida.
Ayuda crear textos intercambiables, vale decir, de esos que no se resisten a los errores de impresión que juntan el final de un poema con el inicio del otro. La poesía es una sola, caracha, y para eso se tiene una voz. También es útil que quien haga la presentación del poemario vea en él una marcada tendencia ética o metafísica o una vaina como un discurso entronizador, una vocación de ocasos o, si no se puede mejor virtud, la laboriosa instancia que permea soledades. En cualquier caso debe exigirse al presentador (que a veces es exigirse a uno mismo) que no pretenda lucirse y que no acuda, y en esto sigo a Roberto Echeto, a los nombres tantas veces citados de los teóricos de siempre: "medirlo todo con el canon de Bloom, con el de Barthes, con el de Todorov, con el de Steiner, Foulcault, Habermas o con el de cualquiera de esos grandes chivos que legitiman a todo el que los nombra".
De este modo, sugiero que se legisle en materia de poesía y se cobren impuestos, como en un buen poema de Maiakovski, que se peche la sobreadjetivación, con recarga porcentual importante si el adjetivo es epíteto y con tributo confiscatorio si sólo pretende sorprender por ambiguo. Que se prohiban las citas más largas que los poemas sería otra medida interesante. El tema da para mucho, espero colaboren los hipotéticos lectores.
P.D. A modo de ejemplo:
Avanza entonces, cardumen de sufrires,
antónimo del alba, carácter sombrío de mis temores,
ariete indemne de los desfiladeros,
cambur innecesario, frasco sin frasco,
adlátere del consumismo.
Deja la huella, deja la huella,
que la huella no es para seguirte
sino para pisar el futuro
(el presente, perro negro que no se deja bañar),
el futuro grande de la patria grande,
que no se tiene, que no se sueña,
que sólo se construye
en andamios (importante esto de los andamios) preñados de esperanzas.

jueves, 2 de julio de 2009

ROL


Se trataba de una vieja chismosa. Todo el mundo la despreciaba y algunos llegaban al odio. Recibía visitas, sin embargo, martes y jueves, por la noche. Su café era bueno y siempre lo ponían sobre la mesa y se sentaban alrededor, ella y cualquier otra señora, vecina, que no viviera muy lejos. Una de ellas, que tenía trabajo pero casi no asistía porque vivía enferma, le dijo una vez: Tú lo tienes fácil, tienes un rol claro e incluso la gente que escribe te toma en cuenta. Yo vivo muy desgraciada. Esa noche la vieja chismosa tuvo el insomnio de los que de pronto piensan sin tener hábito de hacerlo.

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