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domingo, 27 de septiembre de 2009

DOMINGO, NO LLUEVAS


Una mañana de domingo con lluvia invita a escribir frases poéticas. Sin embargo, hay que declinar esa invitación, tal como se hace con la similar a reírnos con chistes ya sabidos y reídos en demasía por, al menos, tres generaciones. Es decir, de ser poético en mañana de domingo con lluvia hay poco trecho a comparar la luna con un queso, decir que el silencio dice más que mil palabras o deteriorar una narración sobre una vedette de escasa estatura introduciendo en aquella la referencia a una gallina de los huevos de oro.
Tal vez fueren cosas que pide el cuerpo, en tal caso no faltará quien opine que hay cierta cognición corporal, una “corporación” que no puede ni debe ser negada, que hacerlo es signo de enorme negación de la propia naturaleza, donde sea que esta se asiente y crezca. Pudiera ser cierto, no digo lo contrario de manera absoluta, pero tampoco es falso que el resultado es molesto, que reírse del mismo chiste pasa dos o tres veces, si la muchacha es hermosa o el anciano buena gente, pero con el tiempo fatiga, aturde, ahuyenta.
De otra cosa habrá que hablar en domingo llovioso. Por ejemplo, del final de las religiones. O del final de la religión católica. Parece llegar a su fin en Venezuela, si bien este no fue un pueblo demasiado creyente. Ella cede el paso a nuevas espiritualidades, a nuevos dogmatismo. El de la política, vaya, mejor pasarlo de largo, porque, con mucho, es el más peligroso, aunque no ha rendido sus frutos plenamente. El del ateísmo o agnosticismo (que dicen que no es lo mismo, pero se parece mucho), es interesante. A sus ojos, según su decir, quienes tenemos ideas religiosas, así sean tan vagas y confusas como las mías, somos seres humanos en cuanto caminamos y repetimos, no más allá. Ojo, que con esto no quiero ofender a personas que practican esa ardua fé de no creer en ultramundos, que personas así conozco y aprecio y sé que son buenas y valiosas.
Pero allá, no tan al fondo, están los fanáticos. Y si a ese ateísmo sumas otras certezas como el marxismo o la revolución, la cosa toma ribetes medio tensos. Nunca tuve pruebas de mi dios, de mis dioses, de mi meditación o nirvana. Es cierto, no tengo mayor cosa para agregar. Pero, creo que su materialismo histórico tampoco parió nunca al nuevo hombre, ni eliminó las diferencias de clases, ni trajo la paz ni nada extraordinario que el capitalismo no hubiere producido. Entonces creer es tan fácil o tan difícil en los dos casos. Necedad de por medio, nos veremos por ahí, en el mundo. O en el ultramundo.

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