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martes, 1 de julio de 2014

El Mundial

Decir que la TV crea mitos ya es un tópico tonto. Abrir la boca con esa intención se toma como seña de una inteligencia tardía o de grave falla de esa parte del sentido común que se orienta, de modo tan solidario que debiera ser respaldada por un programa de las Naciones Unidas, a hacerle menos miserable la vida al prójimo que no sea sordo.
Decir, por tanto, que estamos viendo en directo, el nacimiento de elementos que irán al imaginario colectivo del futbol mundial, es verdad de Perogrullo. Actores, hechos, situaciones e incluso esperanzas de un rato: todo eso recordaremos. Que la FIFA es una mafia que nos saca el dinero (a unos países más que a otros, a unas personas más que a otras: por mi condición de funcionario público venezolano, me honra pertenecer a la segunda de las categorías de los esquilmados). Que el bombardeo mediático de lo extrafutbolístico nos embrutece y nos mella el filo que debe destinarse al corte de las ataduras que sostienen el status quo y detienen el cambio social y las transformaciones necesarias para el logro de la sociedad justa, igualitaria y participativa. Que el fútbol mal entendido crea rivalidades y fanatismos malsanos con efectos similares a los del fundamentalismo religioso o político.
Todo eso puede ser verdad y puede ser palabrería hueca a la vez, sobre todo si se lee o se oye con el ojo y el oído del pueblo venezolano, ahíto de frases importadas, que llegan en contenedores junto con el pollo brasileño congelado, los médicos y entrenadores cubanos y las baratijas chinas que duran, citando a Sabina, "...lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks...".
Todas estas medias verdades, falsas certezas, mentiras más o menos piadosas, se interponen majaderamente entre nosotros y el televisor: quieren matar lo que de magia o leyenda intentamos, todos (todos de verdad), incorporarle a la vida. Que el mundial no me da plata y acaso me quita, vaya y pase. Pero es El Mundial (no de fútbol, sino el mundial a secas). Cuando era niño y lo vi por primera vez no pensé en contracultura o fascismo. Ahora procuro hacer lo mismo para ser, tonta y transitoriamente, feliz. Les deseo la misma felicidad a todos. Luego veremos qué pasa o si al menos pasa algo. 

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